13 Feb Born to die

Su amor destruye, quema todo lo que tiene alrededor. La pasión que se desató cuando cruzaron sus miradas por primera vez es algo que no se puede describir, pero ambos supieron que sus destinos estaban entrelazados, tanto, que parecía uno solo.

Él le habló de aventura, de rebeldía, de besos con sabor a whisky y de sexo salvaje sobre el capó del coche y ella simplemente se dejó llevar, harta de su cuadriculada vida. Juntos atravesaron medio globo, de país en país, como nómadas, en un viejo Ford Mustang descapotable del 65, sin ataduras, sin reglas, bebiendo el uno del otro y fumando su esencia hasta robarse la vida. De los que se gritan y odian y al instante siguiente están haciendo las paces con besos impacientes.
Celosos, pasionales… muchas de las personas que se cruzaron en su camino a lo largo de su vida calificarían su relación como enfermiza. Eso no va a acabar bien, pensaban. Pero a ellos poco le importaba lo que los demás dijeran, eran ellos contra el mundo, con eso les bastaba para seguir hacia delante. Y no acabó bien, claro.
Accidente de un Ford Mustang descapotable del 65 provocado por conducción temeraria a gran velocidad causada por altos niveles de drogas en sangre, decía el informe.

– La vida está para vivirla.- le dijo él en una ocasión, mirando el cuerpo desnudo de ella con ojos lascivos.- Y eso vamos a hacer tú y yo. Aprovechar cada momento como si fuera el último.

Ella jamás se cuestionó esa forma de vida porque jamás se cuestionó si quería permanecer a su lado. Quererle era algo que estaba escrito. Su vía de escape,  de su cuadriculada vida y de la vida en general.