Turismo Natural
17019
post-template-default,single,single-post,postid-17019,single-format-standard,ajax_fade,page_not_loaded,,qode-title-hidden,qode-theme-ver-9.1.3,wpb-js-composer js-comp-ver-4.11.2.1,vc_responsive,elementor-default

27 Nov Turismo Natural

Noviembre es un mes que me encanta. Cómo suena cuando lo pronuncias, tan cerca de la Navidad, un mes que me inspira frío, mantas, jerseys calentitos y chimeneas. Y fue en Noviembre cuando empecé a enamorarme de M (aunque por aquel entonces yo no lo sabía).

Hace tiempo decidimos que, en vez de  hacernos regalos, cada año nos regalaríamos, al menos, una escapada juntos por estas fechas. Llevaba algún tiempo con la idea de visitar el Monasterio de Piedra así que se lo propuse a M. Pasar unos días yendo de aquí para allá con el coche, descubriendo entornos naturales que es lo que más me gusta en el mundo.

En un principio pensamos alojarnos en Zaragoza, ya que ninguno de los dos conocemos la ciudad, pero haciendo un planning de las cosas que queríamos ver resolvimos que Zaragoza nos pillaba demasiado lejos así terminamos alojándonos en Calatayud que fue nuestra base de operaciones, de sueño y de desayunar chocolate con churros. Poco más. La exploramos poco y lo que vimos no nos entusiasmó.

 

En el viaje de ida, el sábado, nos pasamos por Sigüenza y por Medinaceli (lugar del que me fui con muy mal cuerpo porque descubrimos que la noche siguiente se celebraría el único toro de fuego que existe en Castilla y León… y ya sabéis lo que opino de las fiestas taurinas).

 

La mañana del domingo la empleamos en ir a conocer el yacimiento arqueológico de Bílbilis, una ciudad romana situada en lo alto de una colina muy cerquita de Calatayud. Reconozco que el lugar está desangelado, apenas unos carteles por aquí y por allá y nada que impida a quien sea mear en el teatro, por ejemplo. Me dio pena verlo tan poco lleno de vida con lo grande y bonito que es.

 

Por la tarde nos fuimos a descubrir el Barranco de la Hoz Seca, un sendero a través de un cañón con un paisaje alucinante de paredes altísimas, carteles informativos de la fauna, flora y diferentes corrales que utilizaban los pastores para proteger al ganado antiguamente.

Hay dos rutas, una a un mirador y otra, más larga, que llegan a unas pinturas rupestres. Hicimos la primera, comimos unos bocatas sentados en lo alto de una colina sobre unas rocas (sin dejar absolutamente nada a nuestro paso, por supuesto) y después la segunda, que no la llegamos a acabar porque íbamos muy lentos haciéndonos fotos cada pocos metros, deteniéndonos en cada corral, inspeccionándolo, leyendo cada cartel,…

¿Problema de los viajes en Noviembre? Que anochece muy muy pronto y estábamos en mitad de la nada. No queríamos quedarnos a medio camino de vuelta sumidos en la oscuridad en una zona desconocida donde no teníamos ni una pizca de cobertura.

Si me seguís en Instagram, ya sabéis que es una verdadera rama de saúco.

La pose que me sale cuando M me dice «Ahora posa sexy» (no comment)

Por último, el lunes teníamos las entradas a mi ansiado Monasterio de Piedra (que si pensáis ir, os aconsejo que las compréis por internet que sale más barato).

M se pensaba que aquello iba a ser un Monasterio situado en un pueblo o paisaje bonito. No se esperaba (y yo tampoco a pesar de saber qué era, para qué engañarnos) lo impresionante que iba a ser. Hay un Monasterio, sí, convertido en un hotel en su gran mayoría, siendo visitable la zona del claustro y alrededores así como la Iglesia que, atención, está medio destruída y me asombró la belleza de ver algo «abandonado», derruido y conquistado por la naturaleza.

Respecto al entorno natural… parece de otro mundo, de verdad… nunca había visto un paisaje tan precioso. Apenas nos cruzamos con visitantes (beneficios de visitarlo un lunes), era todo paz, naturaleza, ruido de cascadas, colores otoñales…

Os dejo con una selección (muy pequeña en comparación la cantidad de fotos y vídeos que hice) de imágenes para que os hagáis una mínima idea de aquello.

Me cuesta expresar con palabras lo que este sitio me hizo sentir. Fue maravilloso y ojalá pueda encontrarme con mil lugares más así.

Las fotos no le hacen ninguna justicia y, de verdad, si os gusta la naturaleza, la visita la recomiendo fervientemente.

¿Habéis visitado algún lugar tan mágico que os haya transmitido tanto?

Contádmelo en los comentarios que quiero descubrirlos ♥

 

6 Comments
  • Noëlle S.
    Posted at 13:40h, 27 noviembre Responder

    ¡Oooh! ¡Qué escapada más bonita! Me encanta leer tus aventuras por aquí. Me has llenado de ganas de visitar rincones y recorrer rutas. Las fotos son súper chulas (estás GUAPÍSIMA) pero sobre todo he alucinado con la foto de la cascada en larga exposición. AAAH. Es mágica. ¡Un besito!

    • Elena
      Posted at 17:55h, 10 diciembre Responder

      Jooo mil gracias! A M le ha hecho mucha ilusión tu comentario porque la foto de la cascada es suya. La verdad es que mirases donde mirases había magia.
      un besazo enorme!

  • Maitane
    Posted at 15:53h, 29 noviembre Responder

    ¡Qué ganas me has dado de coger la maleta! Pero tengo que hace una mención especial a las últimas fotos, que me han enamorado con esos colores otoñales y tantas hojas y naturaleza <3 ¡Un abrazo!

    • Elena
      Posted at 17:58h, 10 diciembre Responder

      Pues ya sabes, visita obligatoria al Monasterio, de verdad si alucinas con las fotos presenciar la caída constante de hojas de las enormes copas de los árboles… puf, es genial.
      ¡Gracias por pasarte por aqui, guapa! ¡un besazo!

  • Bárbara
    Posted at 22:47h, 30 diciembre Responder

    Qué fotos más bonitas! Me parece una ruta súper apetecible, así que la apunto a mi lista 🙂

    • Elena
      Posted at 17:28h, 04 enero Responder

      La verdad es que los paisajes eran magia pura así que ojalá puedas visitar la zona pronto.
      ¡Gracias por tus palabras, Bárbara!

Post A Comment